Cada cumbre que se hace es la última oportunidad hasta que llegue el momento (a no mucho tardar) que ya no tengan sentido porque ya no haya vuelta atrás.
Los políticos tienen mucha responsabilidad con las leyes que hagan, pero los ciudadanos no pueden dejar toda la responsabilidad a los mandatarios y/o empresas, en nuestro día a día podemos cambiar las cosas, otra cosa es que queramos. Cambiar nuestro modelo de vida en más fácil de lo que se cree si nos lo proponemos.

UN MOMENTO DE INSPIRACIÓN

En la primavera de 1765, un joven ingeniero llamado James Watt, paseaba un domingo por un parque de Glasgow y en un momento de inspiración tuvo la idea para mejorar la válvula de vapor, iniciando así la revolución industrial. Gracias a aquella idea soñada, los seres humanos se convirtieron en maestros de la generación de energía. Los procesos desatados por Watt han comenzado a alterar la estructura física de nuestro planeta. Después de dos siglos y medio de expulsar dióxido de carbono, la atmósfera y la corteza de la Tierra están comenzando a transformarse, poniendo en peligro la existencia en el planeta, en particular a aquellos más necesitados.

Durante los dos años que viví en esta ciudad escocesa, pasee bajo la lluvia por sus calles y admiré la arquitectura de aquellos oscuros edificios centenarios impregnados en hollín. Descubrí que durante décadas, Glasgow fue una de las ciudades industriales más importantes y al mismo tiempo más contaminadas del mundo. Encierra cierta ironía, que este año se celebre en dicha ciudad, la cumbre sobre el cambio climático.

La iniciativa de Letters People de explorar el lugar que ocupa las artes y la cultura en este tema es un ejemplo de responsabilidad. En tiempos pasados, surgieron movimientos artísticos y literarios en respuesta a los desastrosos resultados de la segunda revolución industrial. Todo el avance científico e industrial que se había producido a finales siglo XIX y principios del XX, se puso al servicio único de la muerte y la destrucción. El movimiento intelectual del Dadaísmo, surgió cómo crítica y hablar sobre el descontento de una sociedad autodestructiva. El gran símbolo del progreso moderno, quedaba en entredicho, y con ella todo el proyecto iniciado en la Ilustración, basado en la razón y la ciencia que nos debería otorgar la felicidad.

Fuera del recinto de la convención, se congregaron docenas de millares de protestantes. Se expusieron allí y en otras ciudades del mundo, muchos temas preocupantes. Porque el cambio climático, no es más que el reflejo en el espejo de una serie de problemas e injusticias existentes en la humanidad. El mensaje global en las calles fue que para la mayoría de potencias, empresas y personajes que pueden crear un impacto positivo en el planeta: son más importantes la ganancias que proteger el planeta. La joven líder activista Greta Thunberg volvió a hablar claro y las masas le siguieron. Ella tiene una historia dramática que contar, que resuena en el corazón de muchos jóvenes de su edad. Los ciudadanos desconfían cada vez más de sus gobiernos. Vivimos en una sociedad cada vez más fragmentada. Espero que la urgencia del problema climático ayude a unirnos.

Me gustaría acabar de una forma más positiva pero mientras algunas de las mayores potencias mundiales sean gobernadas por régimes autoritarios donde no existe el fundamental derecho a la libre expresión y aprovechan cada momento de desestabilización para aumentar su poder y riqueza, lo tendremos difícil. Todos aquellos escritores que viven en países democráticos, que tienen la capacidad de inspirar y llegar con sus historias a muchas personas, que sean conscientes de que tienen una gran oportunidad en sus manos y contribuir al cambio que necesitamos.

Me pregunto si tal vez necesitemos otro momento de inspiración, cómo el que tuvo el joven Watt paseando por el verde parque de Glasgow, para concebir una nueva forma de energía renovable que evite el trágico destino al que nos enfrentamos.

Miguel Angel Almagro

Es evidente que solo las decisiones de los gobernantes son las que pueden incidir de una manera más efectiva en el cambio climático. Pero también creo en el poder individual de cada persona. Precisamente muchas veces el ser individual se excusa en no cumplir sus responsabilidades respecto al planeta, alegando que su contribución en mejorarlo (o empeorarlo) es ínfima. No es así, o al menos no debería ser así.

En países autoritarios no es el caso (no hay posibilidad de elección), pero en países donde se puede elegir a través de un voto, creo que tenemos una responsabilidad individual extraordinaria. Si me centro en mi país, España, hay partidos políticos que incluyen en sus programas electorales proyectos ecológicos que no son valorados ni votados. En cambio, en mi país una líder gana, con mayoría para gobernar, unas elecciones con la simple promesa de tener los bares abiertos a pesar de la crisis sanitaria.

Seguramente muchas personas no estén de acuerdo conmigo, pero la mayoría de veces tenemos lo que nos merecemos. Los políticos simplemente representan la colectividad mayoritaria de un país, de una región, de un municipio. Ellos roban, sí, pero muchas personas en cuanto tenemos ocasión también lo hacemos ¿cómo? evadiendo impuestos, cobrando prestaciones y subsidios mientras trabajamos en negro, aprovechando el descuido de alguien que se olvida la cartera o el móvil encima de una mesa. Ayer mismo, en el club donde voy a nadar una joven descuidó su mochila mientras se duchaba y desapareció por arte de magia.

De hecho, se ha demostrado, a través de juicios, que las cúpulas de algunos partidos se han financiado ilegalmente, han obtenido comisiones irregulares, se han lucrado con la concesión de servicios y obras públicos, etc. y ahí siguen, ocupando escaños en parlamentos, senados, diputaciones… ¿Quiénes le han votado para que sigan ahí? Nosotros, señores y señoras.

Por lo tanto, en mi humilde opinión, los primeros que tenemos que creernos la importancia de cuidar nuestro planeta somos nosotros, la gente de a pie de calle. Entonces, a partir de esa toma de conciencia, nos leeremos los programas electorales antes de votar, exigiremos en la calle su cumplimiento y censuraremos aquellos partidos políticos que no piensan en el bien del planeta.

Si hiciéramos una encuesta en la calle estoy segura que la problemática del calentamiento global no está entre las primeras preocupaciones de la sociedad, pero toca el fútbol y ya verás que pasa.